miércoles, 20 de agosto de 2008

La sed,
torrente callejero
la calles dentre los adoquines,
este día de lluvia

Sacan a pasear a sus empleadas,
en cuatro patas, uniformadas
toman agua del cordón,
estiran la correa.
solo una vuelta manzana.

suspira la doble línea amarilla
que divide las manos de la avenida,
suspira pide clemencia
no la escupan más

acariciarla seria lo más sensato
rasparse las tetillas contra ella
y acabar de pura felicidad
plenitud de una vida sana

al pasar por las teclas
negras de la senda peatonal
las voces que de allí se desprenden
me invitan a zambullirme,
ya casi no quedan monedas
pero un ciento sesenta y ocho
intenta penetrar la materia mía

desde la torre de hormigón,
abejas y su constante zumbido
roen la inmovilidad
fe en la multiplicación
multiplicación
de la fe
invencible día de lluvia