domingo, 12 de julio de 2009

47 Nogoya

Tengo un diente de mentira y me doy cuenta. Lo siento cuando estoy nervioso; las encías a empujones me incitan a arrancarlo, dejar libre el espacio, a despegarlo. Pongo mi lengua contra él y aspiro fuerte. Aire de entredientes, lo quiero liberar, despegarlo de a poquito, dejar ese abrelatas que tendría si esa ficción sintética no lo tapara. Le podría arrancar un dedo a alguien.
Un diente de metal. Un clavo entre dos dientes… El olor a nervio podrido es hermoso. Me meto cualquier cosa entre ese diente y los demás; y el sabor incisivamente metálico de la sangre en la boca

Se cae una bicicleta, un perro le ladra a otro: uno está encerrado en un concesionario de autos, el otro con su dueño se gritan ferozmente. Los ladridos empañan el vidrio, el dueño tironea el perro de afuera. Intenta de nuevo. La bicicleta sigue caída, nadie la levanta. El 47 agarra Nogoya.

Hospital de emergencias psiquiátricas. Hogar San Martín de noche y de día.
Hospital veterinario escuela.