lunes, 10 de septiembre de 2007

Humberto dice:

Caminar con la cabeza abajo significa un poco más que estar mimetizado a una ciudad que hoy aplasta a cualquiera. Tal vez signifique que me interesan mucho las baldosas, y me parece cierto, me interesan mucho. Me gustan, las diferencio por épocas. Hay baldosas de los noventas y hay de principio de siglo, también setentonas y las hay muy modernas; hay que ser un tonto o un ciego para no darse cuenta de que en época de elecciones hay centenares de escuadrones naranjados que asesinan a martillazos viejas baldosas, donde capaz mi abuelo pisaba los puchos.
Baldosones grises son muy comunes, se prestan al típico juego de no pisar las linitas que los separan entre sí, saltarlos de dos en dos o improvisar una rayuela sin necesidad de tiza. Al sol de las tres de la tarde son el tonalizador de la ciudad, son Forest desde Los Incas a mi casa, son la torre de ENTEL, y son el C.C San Martín. Un pis en alguna pared viaja por las ranuras que dejan al juntarse dos baldosas hasta el cordón, del cordón al desagüe y del desagüe al río, al cabo de tres días chorrea vida malgastada; una manguerita de colores lava las mismas baldosas un lunes a las ocho de la mañana.
Baldosas ametralladora, pequeños cartuchos anaranjados, no se prestan al juego. No dejan patinar, el ruido es insoportable de ahí su nombre. Fueron diseñadas a pedido de las viejas de caballito a durante la segunda presidencia de Yrigoyen debido a un grupo de eximios patinadores excluidos del glorioso Ferrocarril Oeste que no les quedo otra que darse pista en las veredas del barrio ya citado. Estos patinadores a su vez empleados del ferrocarril solo podían patinar en el descanso de su jornada laboral que concordaba con la hora de la siesta. Ante la imposibilidad de dormir siesta y el furor del patín en la juventud la municipalidad escucho el reclamo de las señoras y llamo a licitación pública.
El concurso lo gano un tal Ferraro de origen genovés que se dedicaba ya en ese entonces al pica pica bajada al cordón. Un articulo del diario LA NACION fechado el 27 de mayo de 1929 decía así: “Un genovés pone fin al martirio del barrio de caballito, las baldosas metralla son un éxito, vecinos de Balvanera y Palermo las reclaman”.
Las baldosas modernas están inspiradas en los lego. Claro que con menos gracia, Buenos Aires no se parece a la ciudad Lego. Ni un poco. Las nuevas baldosas porteñas son parte de la colección “elecciones a+”, ellas son resbalosas, aburridas y no patinables, abundan en centros de atracción turística y en plazas enrejadas. Se presentan en color naranja y gris acompañadas de cordones amarillos al tono.
Existe también lo que se llama estilo libre en baldosas, implementado desde mediados de los 90. Se basa en la libertad de los particulares en poner las baldosas que les parece. De esa iniciativa han nacido baldosas repulsivas tales como las caracol e imitaciones baratas de baldosas ametralladora. Abundan en los nuevos edificios porteños, modernos, jóvenes, malhechos y caros. Ideales para todas las comidas
. Vease también. “Adiós Barrio viejo y todas las casas que tiraron abajo”
.Del mismo Autor. “Escuche un tango y llore abuelo”